AFIRMACIONISMO
El afirmacionismo es el fruto del trabajo de Francisco Almansa González, filósofo, conferenciante y Presidente fundador de la Asociación Aletheia. Francisco Almansa no se encuentra vinculado en la actualidad a ninguna universidad o partido político, sino que ha venido desarrollando un nuevo pensamiento a partir del estudio y la reflexión de numerosas fuentes, especialmente el marxismo y el cristianismo, así como del seguimiento constante en torno a todos los movimientos de transformación.
Se trata de una filosofía en la cual toda negación es relativa a la afirmación, y no al revés. Es decir, que el sufrimiento de la Historia es inherente a la conquista de la plenitud, del gozo; el pecado a la inocencia; la enfermedad a la salud; el cambio a la identidad; la muerte a la Vida. Esta teoría es un relato del amor eterno entre la diferencia y lo Uno, o entre la Identidad y la Diferencia, y quiere transmitir la idea de grandeza y valor del ser humano. Es la filosofía del Sí frente a los valores del No que pretenden ser transformadores pero que se limitan más bien únicamente a la protesta o al pesimismo frente a la insoportable situación de alienación e injusticia que vivimos.
Uno de los pilares básicos del afirmacionismo sería el que considera que una forma determinada de conciencia colectiva sobre el ser humano y el mundo, sin capacidad de autorreferencia crítica, determina nuestras formas de ser y actuar. De ahí que la transformación de dicha conciencia lograría iniciar una praxis realmente transformadora que nos permita el paso del actual mercaparadigma en el que vivimos -que denomina 'paradigma del tener o del competir'- a un nuevo mundo o paradigma del ser o de la vida. Por tanto, nos situamos junto a los que plantean que el ser humano no ha alcanzado aún la plenitud de sus potencialidades y. por tanto, toda su libertad. Es decir, que nos encontramos en un proceso de evolución. Es urgente, por tanto, la creación de un nuevo lenguaje que nos aleje del pensamiento fragmentado que respiramos, el cual, de una forma más o menos consciente, conforma a su vez nuestra manera individual de pensar y actuar. Esto supone, sin lugar a dudas, un replanteamiento y una toma de conciencia de nuestro actual lenguaje, que no es sino la manifestación de la mercasubjetividad como pensamiento dominante actual.
El afirmacionismo hace una llamada en la que alerta de la urgencia de retornar al Ser, el cual ha quedado maltrecho tras el paso del pensamiento posmoderno. Según el afirmacionismo, la Identidad implica el cambio y el cambio implica la Identidad, para no dejar de ser singular en su diferencia. Esto quiere decir que, en lo que se refiere al ser humano, su identidad ama las diferencias que lo enriquecen, a la vez que cada una de ellas afirma la unidad del género humano.
Por el contrario, en la actualidad, vivimos en un horizonte mayoritariamente relativista y materialista. El relativismo, principalmente en su forma historicista, implica que el ser humano es producto de sus circunstancias históricas, es decir, que no tiene sustancia o verdad propias. Esto ha conllevado, especialmente en los movimientos de izquierda, a la fragmentación de sus reivindicaciones, a considerar que ninguna construcción sociohistórica tiene más necesidad que otra, así como a la idea de que el ser humano no posee verdadero poder de decisión sobre una realidad que lo conforma. He aquí, por tanto, la auténtica razón del fin de las utopías como enfermedad mortal de la izquierda.
El afirmacionismo plantea asimismo un debate que considera fundamental en torno al concepto de libertad, la cual es considerada hoy mayoritariamente -tanto por parte de creyentes como de no creyentes- como libre albedrío que decide entre el bien y el mal, con plena conciencia, sin tener en cuenta las circunstancias sociales en las que se vive. Esto sitúa a ambos en igualdad de condiciones (escondiendo que el mal es relativo al bien), y presupone igualmente que hay personas "culpables" de elegir el mal. Con esto les otorgamos de antemano una naturaleza "malvada", lo que, no obstante, cuestionaría si la elección fue realmente libre. Esta contradicción en el pensamiento dominante, que culpabiliza directa o indirectamente a los otros (y especialmente a algunos grupos humanos) de la situación en la que nos encontramos, contribuye a continuar rompiendo la red de solidaridad imprescindible para que el ser humano pueda llegar a completarse espiritualmente.
Es necesaria, por tanto, una reflexión en torno a la redefinición de los Valores. El afirmacionismo diferencia entre los valores, que al afirmarse nos afirman como lo que realmente somos, y los antivalores, que al afirmase nos niegan. Entre estos últimos encontraríamos, por ejemplo, la competencia o el consumismo, puesto que en un principio nos hacen sentirnos bien, aunque en realidad nos están negando. Por el contrario, los auténticos valores (o 'valores de la libertad') permiten afirmarnos en nuestra singularidad y, por lo tanto, ser auténticamente libres. Los tres valores esenciales del ser humano serían el pensamiento, el amor y la voluntad. En consecuencia, la educación (fundamento de toda evolución social) no sería sino el desarrollo de estas tres dimensiones propiamente humanas.
El pensamiento afirmacionista es un sistema que abarca cuestiones fundamentales tales como la economía, la política, la ciencia, el arte, etc. Parte de su desarrollo puede encontrarse de forma más extensa en el blog que la Asociación Aletheia ha venido redactando desde 2010, así como de forma más concisa en esta página web.